domingo, 13 de septiembre de 2009

Un limón seco


No somos más que un limón seco. En nuestras relaciones como en la vida, para nuestros padres, para Dios, para nuestro amor y para nuestros hijos, somos un limón seco. En la medida que queremos que los demás nos den eso que queremos, le sacamos jugo al limón. ¿Cuándo encontraremos el limón jugoso? El jugo es aquello que queremos que los demás nos den. Pero desafortunadamente cada persona da lo que puede o lo cree es lo mejor y no es exactamente lo que la otra parte quiere en sí. Porque nuestras fantasías y deseos no son lo suficientemente jugosos para los otros. Nos podemos secar esperando que los otros nos compartan su jugo. Y bueno. Terminamos siendo un limón seco.

Porque por más que lo exprimamos al otro no obtenemos lo que queremos y solo sacamos una o dos gotas con las que pensamos nos dará más combustible para seguir insistiéndole a ese limón amargo y sobretodo seco. Yo soy sólo un limón seco para mis familiares, para mi hijo y para todos aquellos que han querido de mí más de lo que les he dado. Yo he pensado que he dado de mi todo mi jugo en cada relación con los demás. Que he tenido fe y he dado de mí todo el líquido que se le puede exprimir de mí ser. Lo cierto es que para los demás he sido un limón seco. Al que se le reprocha y se le exprime sin que les satisfaga mis pocas gotas de líquido vital. Y a mi es claro no me satisface lo que obtengo de los demás sobretodo de aquellos a los que creo puedo no tener más que pedir.



Satisfacerse es entonces la premisa principal, ¿pero no es acaso el sabor del limón un tanto amargo y desagradable? ¿Por qué quiero de ese jugo si es tan desagradable? Es acaso que se combina bien con agua, con azúcar, con sal y con otros platillos, es antiséptico y su olor es agradable. Los seres humanos para funcionar debemos tomar un poco de lo amargo que es la vida. Que nos den lo que conviene, por eso para satisfacerse hace falta presionar a todos los limones secos que se nos atraviesen, para así al final saberse felices de haber obtenido al menos un buen vaso de limonada y según la preferencia prepararlo con azúcar, con sal, con vinagre, con jitomate, con pescado. Lo malo pasa cuando te tratan de apretar de más queriendo obtener de ti lo que no puedes dar.

A veces te maltratan mucho en la estrujada o bien te destruyen a su gusto, por eso hay también que cuidarse de fijarse quien es quien te exprime.

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