domingo, 31 de octubre de 2010

Arena... yo quiero olvidarlo: PIEDRA para siempre tenerlo presente

Esta es una historia que me llego a mi correo y que me gustaría compartir....me gustaría escribir lo malo que se recibe en arena sobretodo si viene de mis amigos y que ellos de mi sea igual, que olviden mis errores... y que lo bueno que se recibe este en piedra para que sea más recordado y nunca nunca olvidado.



 

ARENA Y PIEDRA

Por el ardiente desierto del Sahara, llevando una pesada carga sobre los hombros, iban caminando dos amigos, Farouk y Ramsés.

Habían perdido a sus camellos varios días antes y estaban agotados por la enorme distancia que habían recorrido a pie.

Llevaban casi una semana sin probar alimento y el agua se les terminaba bajo el inclemente rayo del sol. Las piernas les dolían de tanto caminar y tenían quemada la piel del rostro y los brazos.

Aunque entre los dos habían elegido esa ruta, Farouk le reclamó a Ramsés haber escogido un camino largo y desconocido. Su furia iba en aumento: gritaba, manoteaba, le dijo un insulto y otro. Incluso llegó a darle una bofetada. Ramsés se quedó callado y la nariz le sangró un poco, pero no respondió a la agresión. Con mirada profunda de tristeza se sentó y escribió sobre la arena con su dedo índice: "Hoy mi mejor amigo me pegó en la cara". A Farouk le sorprendió este hecho, pero no le preguntó nada.

Siguieron adelante y divisaron un oasis. Torturados por la sed, ambos echaron a correr y el primero que llegó se tiró al agua de bruces sin pensarlo y, de pronto, comenzó a ahogarse. Farouk se tiró al agua enseguida para salvarlo. Al recuperarse, Ramsés tomó un estilete y escribió en una piedra:

- "Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida".

Intrigado, Farouk le preguntó:

- ¿Por qué ayer que te ofendí escribiste en la arena y hoy has escrito en la piedra?

Ramsés le explicó sonriendo:

- Los errores de nuestros amigos se los lleva el viento por la noche. Cuando amanece y el sol sale de nuevo ya no podemos recordarlos. Sus pruebas de lealtad, sin embargo, quedan grabadas para siempre en nuestro corazón.

Envió: Diana M de Guerra

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